En medio de un aumento en la superficie de cultivo avenero, los productores del cereal se desafían por adoptar prácticas más sostenibles. En ese marco, la agricultura de precisión y uso de tecnologías digitales direcciona el mercado nacional hacia una rentabilidad alineada con los desafíos alimentarios globales.
Impulsada por la creciente demanda de alimentos saludables por consumidores cada vez más exigentes sobre sus propiedades nutricionales, la avena se ha consolidado como uno de los principales cultivos de nuestro país. Sin embargo, su producción mundial enfrenta el desafío de equilibrar la eficiencia productiva con la preservación del medio ambiente.
En un mercado global en expansión, la innovación y eficiencia agrícola han sido esenciales para posicionar a Chile como un referente mundial en la creación de cultivos más sostenibles. La avena local crece en medio de suelo volcánico y condiciones climáticas ideales, resultando en un producto de calidad premium apetecido por exigentes mercados de países asiáticos y también Estados Unidos.
Cosechada entre las regiones del Maule y Los Lagos, ha logrado ubicar al país como el segundo mayor exportador de avena procesada del mundo, ofreciendo una amplia gama de productos, como barras de cereal, granola y bebidas vegetales.
“La avena chilena ha demostrado que es posible combinar productividad, sustentabilidad y calidad en un solo cultivo. Gracias a nuestras condiciones agroclimáticas y al trabajo conjunto de productores y la industria, hemos logrado desarrollar un grano premium reconocido en los mercados más exigentes del mundo”, destaca Max Boehmwald, miembro del comité Agricultura de la International Oat Conference (OAT 2026) y gerente agrícola de Empresas Agrotop.
Agronomía de alto rendimiento y calidad
A nivel país, existe una tendencia por prácticas agronómicas sostenibles, no solo para mejorar la calidad del grano, sino también para fortalecer la resiliencia de los cultivos frente a los efectos del cambio climático. Según el último Boletín de avena publicado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), en el último año la superficie de cultivo nacional ha crecido de 85.215 hectáreas a 96.998 (ha). Este incremento también vino acompañado de un aumento en la producción chilena, la cual pasó de 457.567 toneladas en 2024 a 507.768 toneladas en 2025.
“La avena nacional avanza hacia una agricultura más precisa y sostenible. Desde Chile, estamos fortaleciendo este camino con asesoría agrícola basada en datos, respaldada por estudios y ensayos desarrollados en distintas instituciones dedicadas a la investigación y desarrollo. Nuestro enfoque es potenciar el rendimiento y la calidad, especialmente en aquellos agricultores que aún enfrentan mayores brechas tecnológicas. Estos avances serán protagonistas en OAT 2026, que se celebrará en Pucón en noviembre, posicionando a Chile como referente global en la materia”, comenta Juan Carlos García, ingeniero agrónomo, investigador y asesor de cultivos y agricultores, también parte del comité Agricultura del congreso mundial de avena.
En paralelo, la gestión sostenible del suelo también ha emergido como un pilar central de la producción moderna de este grano. La rotación de cultivos, el uso racional de fertilizantes y la incorporación de materia orgánica contribuyen a mejorar la estructura del suelo y reducir la erosión, junto con aumentar la captura de emisiones contaminantes.
“La sostenibilidad depende del manejo del cultivo, de la integración de información, uso de tecnología y buenas prácticas a nivel predial, y vemos que la rotación de cultivos, el uso eficiente de nutrientes y la conservación del suelo son aún más efectivos cuando se apoyan en datos y seguimiento técnico. El balance entre los requerimientos de nutrientes por tonelada de grano producida y el aporte efectivo de nutrientes del suelo permiten racionalizar el uso de fertilizantes minerales, junto con reducir el impacto de estos en el medio ambiente y aumentar la rentabilidad. La asociatividad y la transferencia tecnológica permiten que estas prácticas lleguen a más agricultores, impulsando sistemas productivos rentables y con menor huella ambiental”, agrega Hernán Pinilla, ingeniero agrónomo, investigador y asesor en fertilización de cultivos anuales, igualmente miembro del comité Agricultura de OAT 2026.
En este contexto, la asociatividad y transferencia tecnológica entre actores del ecosistema avenero se posicionan como motores clave del cambio, con el objetivo de que los agricultores accedan a nuevas prácticas y estrategias que fortalezcan la rentabilidad sin comprometer la sostenibilidad.

Leave a Reply