Miles de personas piden cambios a la certificación de sustentabilidad de producción salmonera

salmoneraLa solicitud argumenta que las certificaciones internacionales de acuicultura están permitiendo la contaminación de áreas protegidas.

Organizaciones chilenas, internacionales y miles de personas alrededor del mundo entregaron recientemente una solicitud a las dos certificadoras de producción acuícola sustentable más grandes del mundo -Best Aquaculture Practices (BAP), y Aquaculture Stewardship Council (ASC)-, para que se hagan modificaciones a los estándares ocupados para entregar sus certificaciones. Esto porque ambas están visando como “sustentables” a industrias que en Chile y en otros países operan dentro de áreas protegidas y que además han sido sancionadas por daños al medio ambiente y por otras ilegalidades.

Así, se reunieron los comentarios de más de 2.600 personas y organizaciones, los que fueron entregados a ambas certificadoras. La solicitud incluyó a ciudadanos de países en donde los daños a las áreas protegidas se están efectuando -Chile, Australia y Escocia-, como de países que son grandes compradores del salmón como Holanda, Canadá, USA, Alemania, Noruega y Japón, entre otros. 

En la carta enviada con los comentarios a las certificadoras se pedía dos cosas: que BAP y ASC actualicen sus estándares para que quienes produzcan salmones dentro de áreas protegidas no puedan obtener el certificado de producción responsable, y que BAP y ASC quiten las certificaciones de producción responsable a quienes actualmente estén operando dentro de áreas protegidas. 

Desde “Defendamos Chiloé”, una de las organizaciones chilenas que apoyó la solicitud, comentan que éstas les parecen “reformas de sentido común, ya que es impresentable que haya producción industrial de esta magnitud dentro de áreas protegidas. ¿Alguien aceptaría que se instalaran cientos de centros productores de cerdos o avícolas dentro del Parque Nacional Torres del Paine?, ¿y que además a esa empresa se le entregue una certificación internacional de producción responsable cuando han sido sancionadas reiteradas veces por daños ambientales dentro del parque?”.

Apoyan el argumento además en las recomendaciones internacionales como la de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), que han determinado que las actividades industriales no debieran existir en ninguna de las categorías de áreas marinas protegidas.

“Lamentablemente, la producción de salmones en áreas protegidas ha caído en ilegalidades, como falsificación de información a autoridades y sobreproducción e incluso así han obtenido la certificación del BAP and ASC año tras año”, explican desde la organización chilota. 

Un ejemplo de lo que comentan es la certificación BAP que recibieron seis granjas salmoneras de Nova Austral que operan dentro del Parque Nacional Alberto de Agostini. En julio de 2020 se certificó como sustentable a la granja Aracena 19, a pesar de que estaba bajo investigación del Sernapesca por prácticas ilegales dentro del parque nacional. Un año después de recibir la certificación de BAP, Nova Austral fue multada con 1.2 millones de dólares por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), por sub reportar la mortalidad en la instalación Aracena 19 y por un mal manejo de residuos en la misma. La compañía fue etiquetada como “infractor recurrente” por la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) por lo que se les quitó el permiso para tres de sus centros dentro del parque.

Lamentablemente, Nova Austral no es una anomalía. En 2023, la SMA inició procesos sancionadores a 35 empresas por incumplimiento, mientras que al mismo tiempo granjas operadas por estas empresas estaban al siendo certificadas como “sustentables” bajo la norma ASC.

“Grandes minoristas globales como Walmart, Costco y Kroger dependen de este tipo de certificaciones para brindar seguridad a sus clientes de que los productos del mar que comercializan son producidos de manera sostenible y ética. Si esta certificación está corrompida, como parece ser, los consumidores y los minoristas globales deben hacer responsables a BAP y ASC. Proteger los ecosistemas prístinos debería ser la principal prioridad, por lo que no debería haber producción de salmón de piscifactoría en áreas protegidas. Este tipo de salmón de piscifactoría no debería ser vendido a los consumidores. Punto,” dice el biólogo marino Per-Erik Schulze de la organización ambiental noruega Naturvernforbundet.

Por su parte, desde el grupo #NoMásZonasDeSacrificio, esperan que BAP and ASC tomen en consideración los miles de comentarios que han recibido y modifiquen con urgencia sus estándares de certificación reconociendo que la salmonicultura industrial no debe existir en las áreas protegidas. “Además, Con la crisis climática siempre presente y un acuerdo histórico de las Naciones Unidas para proteger el 30% del planeta para 2030, debemos mantener la integridad de las áreas protegidas. Nosotros, como consumidores, deberíamos negarnos a comprar salmón cultivado en zonas protegidas”.

CONTEXTO

Noruega y Chile representan alrededor del 75 por ciento de la producción mundial de salmón. Noruega tiene 348 piscifactorías certificadas por la ASC. Sin embargo, la industria salmonicultora noruega está en problemas. En enero de 2024, siete ONG ambientalistas noruegas, que representaban a cientos de grupos locales y destacaban la creciente preocupación de las comunidades a lo largo de la costa del país, pidieron reducir el número total de peces de cultivo en el mar e introducir más zonas protegidas.

Ha habido un crecimiento explosivo en la industria chilena del salmón durante los últimos treinta años, ya que la producción ha aumentado más del 3.600% a más de 1 millón de toneladas anualmente, lo que convierte a Chile en el segundo mayor productor de salmón de cultivo del mundo. Pero las prácticas ambientalmente destructivas de muchas granjas acuícolas chilenas que operan dentro de parques y reservas marinas están resultando desastrosas para estos ecosistemas de la Patagonia.

Los residuos industriales de la acuicultura del salmón contaminan las costas y alteran el paisaje. Los pesticidas y antibióticos, utilizados para ayudar a controlar enfermedades y plagas, como los piojos de mar, se filtran al medio ambiente y son perjudiciales para muchas especies nativas. En la salmonicultura chilena se utilizan 350 veces más antibióticos que en la salmonicultura noruega. Entre 2004 y 2021, 8,5 millones de salmones se escaparon de los centros de producción. Debido a que las especies de salmón no son nativas del hemisferio sur, su fuga tiene impactos significativos en las poblaciones de peces nativos y los ecosistemas locales.

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